La Reserva de la Biosfera de Terres de l’Ebre es una de las más extensas de España. Ocupa las cuatro comarcas del extremo sur de Cataluña con 45 municipios, coincidiendo con el tramo final del río Ebro. Con una superficie total de 367.000 ha, un 80% terrestres y el resto marítimas.

Es un territorio con una elevada biodiversidad, consecuencia de un relieve muy variado y de su situación geográfica, en un espacio relativamente pequeño se transita desde las dunas del Delta del Ebro hasta los hayedos del Retaule, una de las más meridionales de Europa, en el macizo del Port. La zona núcleo de la Reserva está integrada por espacios de la Red Natura 2000 y una buena parte son Parque Natural (PN del Delta de l’Ebre y PN del macizo del Port).

En la Reserva, agricultura y naturaleza están estrechamente relacionadas, hasta el punto de crear complejos mosaicos agroforestales y verdaderos agrosistemas muy importantes para la funcionalidad ecológica del territorio. Destacan los arrozales del Delta, los olivos abancalados de las sierras litorales, los paisajes agroforestales con viñedos en la Terra Alta, los frutales compartiendo el protagonismo con el bosque de ribera en las orillas del Ebro, etc.

Sin embargo, también es uno de los territorios más sensibles a los efectos del cambio global. En especial el tramo estuario del río Ebro y el propio delta. En esta zona, a los posibles efectos de la elevación del nivel del mar hay que sumarle la subsidencia de la plataforma deltaica y la falta de sedimentos para la regulación de la cuenca del Ebro. Todo ello supone una amenaza física y ambiental para el territorio que hay que afrontar y gestionar correctamente.
Su declaración por la UNESCO en mayo de 2013 fue un reconocimiento a este importante y diverso patrimonio natural y al compromiso de sus habitantes para impulsar fórmulas de desarrollo mediante la conservación, la gestión y el uso sostenible de los recursos naturales.