El medio físico:

El Montseny, que se eleva sobre las planas del Vallès, Osona y la Selva, se presenta como un bloque montañoso de perfil característico, altivo y visible desde muchos lugares de Cataluña y conocido por la belleza de sus paisajes. La especial orografía del terreno, las diferencias de altitud y la distancia del mar en una latitud típicamente mediterránea condicionan una diversidad climática notable. A grandes rasgos se puede decir que, a medida que se gana altura, el clima pasa de ser mediterráneo a montañoso frío, con diferentes estadios intermedios que varían según la orientación de las laderas.

La vegetación:

Las diferencias de humedad y temperatura explican la vegetación que se desarrolla en el Montseny. A modo de pisos, y a medida que se gana altura, se reproducen las formaciones vegetales características del Mediterráneo en las partes bajas (encinares, alcornocales y pinares), de la montaña media lluviosa más arriba (encinar montañoso y robledales), de ambientes centroeuropeos por encima de los 1.000m. (hayedos y abetales) y, incluso, de ambientes subalpinos en las cumbres (matorrales y prados culminantes) .La confluencia de estos factores en un relieve abrupto, surcado de torrentes y riscos, produce una extraordinaria variedad de hábitats. Diferentes especies relictas encuentran en el Montseny el último rincón donde establecerse, lo que confiere un alto valor ecológico a esta región, con la presencia de destacables endemismos.

La fauna:

El Montseny es un espacio de refugio para muchas especies propias de contextos ambientales de más latitud (centroeuropeas) que encuentran en el macizo el límite meridional de su área de distribución en Cataluña. El carácter boscoso del Montseny determina en gran medida la fauna que la habita. En el encinar se encuentran el jabalí, el zorro, la gineta y el lirón careto entre los mamíferos más conocidos; el azor, el arrendajo y el petirrojo entre los pájaros más comunes, y varias especies de anfibios, reptiles y peces. La especie más singular del parque es el tritón del Montseny, descubierta hace pocos años y el único vertebrado endémico del macizo.

La ocupación humana y el patrimonio:

Las primeras pruebas de poblamiento en el Montseny datan del paleolítico, como lo atestiguan diversos hallazgos en el arroyo de Breda, el Congost, el Brull, el Montseny y Sant Marçal. También hay megalitos de la época neolítica en la sierra del Arca y en los Pinares, entre otros. En el periodo ibérico se ocupan los alrededores del macizo y se empiezan a ocupar de forma estable algunos cerros donde se levantan fortificaciones como las murallas de la colina del Montgròs, en el municipio de El Brull, y los diferentes asentamientos fortificados: Montclús en Sant Esteve de Palautordera, Can Flequer en Samalús y la torre de la Mora en Sant Feliu de Buixalleu.

Del periodo romano datan construcciones como la villa romana de Can Tarrés (La Garriga) y otras en las llanuras vecinas siguiendo la Vía Augusta y la Vía Ausa. No es hasta la edad media que se generalizan los establecimientos interiores de manera dispersa y se intensifica la explotación de los recursos naturales. De este período datan buena parte de las masías existentes. Este proceso alcanza su máximo esplendor en el siglo XIX, momento a partir del cual se inicia un lento despoblamiento. Actualmente, la regresión de las actividades agrícolas, forestales y ganaderas ha producido un cambio de las economías familiares. Otras actividades, fundamentalmente de servicios, como el turismo rural, la restauración y la hostelería, complementan las rentas familiares y conviven con la extensa cultura campesina de la zona. La edad media está muy bien representada con muestras románicas de la arquitectura religiosa, con más de una docena de pequeños templos de montaña. Cabe destacar la iglesia con pinturas prerrománicas de Sant Pere Desplà (Arbúcies), y también las iglesias parroquiales de Montseny y el Brull, o las de la Mora, Sant Marçal, Sant Cristòfol de la Castanya, Sant Martí de Montseny, Aiguafreda de Dalt y Sant Cristòfol de Cerdans. También son bastante importantes los restos de edificaciones de carácter militar, como los castillos de Montsoriu (el ejemplo más importante de arquitectura militar gótica del país, siglos X-XIV), de Montclús, de Fluvià, El Brull y de Cruïlles , y las masías fortificadas del Bellver y la Sala. Hay también conjuntos como el de Tagamanent, con construcciones de los períodos románico y gótico, y el de Sant Segimon, importante ermitorio del siglo XVII.